CAPITULO I
Chile ha despertado, eso no tiene discusión, y lo ha hecho de un largo letargo donde se tambaleaba somnoliento por las páginas de la historia del actual proceso democrático del País, dando la impresión a quienes lo miraban desde el exterior, de que, dentro de sus fronteras todo era un paraíso terrenal donde los chilenos nadaban en un limbo de felicidad.
Y si bien se había conseguido el que así fuera, al menos en apariencia, apenas rascábamos un poco, surgía la sangre de una herida mal curada debajo del maquillaje conque se la había tapado. Sumergidos en una vorágine de consumismo y autocomplacencia, los chilenos parecían ser placidos corderos conducidos por quienes decidían el destino del País.
La técnica era simple: Un espejismo hacia el que caminar mes a mes, dado por poder comprar automóviles, electrodomésticos, ropas, viajes y casas, más un largo etcétera, solo a cambio de adeudarse hasta el último día de nuestras vidas, pues siempre estaba lista la tentación de cambiar cada uno de esos lujos por otro más nuevo, u otro mejor o más grande.
Nadie lo negaba: Las actuales generaciones Vivian mejor que las de sus padres, y ni hablar de las de sus abuelos, y así hasta perderse en la niebla del tiempo. Mas, también era cierto que quienes siempre habían sido pobres, seguían siendo pobres; con mejor calidad de vida, pero sin posibilidades de salir de ese estatus social.
El ingreso a las Universidades seguía siendo prohibitivo económica y fácticamente, pues la posibilidad de pagar una carrera seguía estando más allá del alcance económico de los padres si estos no pertenecían a la clase media o alta, y los organismos a cargo de las pruebas de ingreso, se aseguraban de que quienes no provenían de Instituciones clasistas pudiesen osar ingresar, salvo un puñado de excepciones como para salvar las apariencias.
Esto se replicaba en el acceso a la salud, donde las clases bajas solo podían optar por la pública (deficiente, con profesionales excedidos de trabajo y con pocos recursos para brindar atención acorde a las necesidades), y ello, por no hablar de la espera para acceder a turnos o ser atendidos ante una urgencia (y aún nos falta el ir a la farmacia a pretender comprar los medicamentos recetados).

Todo este tejido necrótico estaba pudriéndose bajo el maquillaje de ese bienestar consumista hasta que, tal como se repite en la historia de la humanidad incontables veces, hizo falta apenas una chispa para que el polvorín entero volara en pedazos que se esparcieron por todo Chile.
En este caso, una suba del pasaje del Metro de Santiago; pero, tras ello vino el resto de las frustraciones diarias que consumían en silencio a la clase proletaria chilena y estaba acumulándose como el magma de un volcán, esperando una pequeña grieta para fluir irrestrictamente y consumir todo cuanto tocase en su camino hacia el exterior.
Todo ello es innegable (podemos verlo a diario desde el 18 de Octubre de 2019), y en Chile Radio lo tratamos diariamente desde nuestro Portal Informativo, y desde todas las aristas posibles del fenómeno “Chile Despertó”… y seguiremos haciéndolo aun cuando felizmente algún día esto acabe y se produzcan los cambios que el Chile moderno necesita.
Y, he aquí el núcleo de nuestra labor como profesionales del periodismo y la información: El desarrollar la capacidad de ver más allá del acontecer diario, estudiarlo, analizarlo y poder ser una guía para brindar a nuestro público las herramientas para estar preparados para lo que vendrá y deberemos aprender a asimilar para adecuarnos a los nuevos tiempos.
Por todo ello, hemos elegido el publicar una serie de artículos denominados “El Chile de la nueva Atenas”, la cual es una paráfrasis que establece el nexo del recorrido de la humanidad desde aquellas reuniones en la “Ekklesia ateniense” y hasta la interacción de hoy con las redes, internet y la big data, mas todo lo que vendrá y aún desconocemos.
Los chilenos forman parte de un colectivo que los aúna dentro de un territorio geográfico y político delimitado donde comparten tradiciones, usos, costumbres y una idiosincrasia que (con sus diferenciadores regionales, etarios y sociales), los amalgama formando una particularidad que los une y diferencia, manteniéndose aun cuando vivan fuera del País.
El siguiente es parte de un concepto nacido de los análisis efectuados sobre los últimos movimientos que estamos dando en el camino de su evolución, mas no estudiados aisladamente, sino en su contexto como parte de la historia de la humanidad que es cíclica; aunque tendamos a pensar que el momento en el que estamos es único y novedoso.

El Chile de hoy no es único, solo es distinto; los cambios de la humanidad como colectivo formado por seres humanos han estado produciéndose desde que el primer “Homo” se irguió y tuvo la oportunidad de ver por primera vez el horizonte, descubriendo que más allá de su cueva había un mundo por explorar, comenzando a caminar el sendero que nos ha traído hasta hoy.
Chile, como colectivo de personas que habitan en un mismo territorio, bajo el mismo conjunto de tradiciones y cultura, y contenidos en el mismo contexto político, ha estado produciendo cambios desde antes de ser bautizado con ese nombre; la diferencia es lo que estamos queriendo cambiar en este momento, no el hecho de querer cambiar algo.
Así, cada cambio producido o intentado, ha sido distinto; y ha involucrado a distintos grupos de gente, se ha producido en distintos lugares y en tiempo distintos, así como producido diferentes oposiciones y consecuencias; consecuencias no solo por el cambio de ese momento en particular, sino en el lapso de tiempo mientras se trataba de producir dicho cambio también.
La diferencia es que los cambios que se están motorizando en este momento de Chile, lo hacen dentro de una sinergia que no es única al País, sino que están mezclados con lo que está sucediendo a nivel planetario, aun cuando el contexto social que produjo la actual crisis, lo diferencie del resto. Ello hace que debamos comenzar a abordar el tema desde todas sus aristas.
No niego la característica única del actual “Chile Despertó”, al contrario: Lo es!. Lo que afirmo es que forma parte de una gran masa crítica de cambios que se están produciendo en todo el mundo y al mismo tiempo; cada uno con características propias de acuerdo al lugar y al motivo, pero, al fin y al cabo, los cambios son cambios.
Y estos están sucediendo en todas las áreas de la actividad humana, y cada vez se aceleran más; no solo los cambios en sí mismos, sino la presión popular por producirlos. Y ello es lo que me hace pensar de que estamos ante algo más grande: El arribo de un nuevo paradigma global… y Chile está dentro de ese mundo, por lo que se suma inconscientemente a esa sinergia.
Y tan distinta es esta etapa de la historia de la humanidad, que por primera vez desde que el ser humano existe, los cambios no se están produciendo por necesidades bélicas, sino, por el contrario, por necesidades producidas por los avances de la sociedad civil aunados en un área en la que cada día mas, se basa nuestra realidad diaria: La tecnología.

Ya no estamos en la “Era de las comunicaciones”, esa etapa finalizo con la aparición de internet, dando nacimiento a la “Era de la información”, y las formas de acceder a ella, el derecho y las herramientas para hacerlo está produciendo cada avance actual, y no solo en la tecnología, sino en la matriz misma de la sociedad, pues justamente ella, esta cambiándola.
Ya lo sabemos: hoy hasta la forma de interactuar entre nosotros ha sido cambiada por la tecnología: Ya no flirteamos, ni formamos lazos, ni los mantenemos, no hablamos, ni escribimos, ni nos relacionamos con nuestros familiares o amigos o desconocidos, ni pensamos como antes.
Y para colmo, los avances tecnológicos se aceleran a velocidades vertiginosas; parecieran que hicieron pie en la aparición de internet, para usarlo como base y catapultarse hacia una hipérbole que lo lleva hacia adelante y cada vez más lejos y más rápido en este derrotero hacia vaya a saber quién donde.
Eso produce una brecha generacional, pues no todos poseemos la misma capacidad de adaptarnos y asimilar las nuevas tecnologías: Un estudio determinó que consideramos como naturales a los avances tecnológicos que se producen desde nuestro nacimiento y hasta los diez años de edad, y hasta entonces poseemos la capacidad de asimilarlos empíricamente.
De allí en más, las innovaciones necesitan de un esfuerzo voluntario de nuestra parte para incorporarlas a nuestra rutina, y, mientras más edad tenemos, ello necesita de más voluntad y acción personal para “estar en la cresta de la ola”, manteniéndose al tanto de las últimas innovaciones, al menos de aquellas que de manera personal o profesional nos involucran.
Por ello, es que algunos unos más que otros se adaptan al uso de la tecnología, o se muestran más propensos, o hasta aptos con explorar la gama de herramientas que ella pone a su alcance en el área que es de su interés: Laboral, académico, etc.; y mientras más longeva es la persona, menos individuos son los que consiguen aprovechar esa tecnología.
Tal el caso de quienes pertenecen a la tercera edad, y que no quieren operar los sistemas financieros electrónicos, o usar smartphones, por no poder entenderlos en la mayoría de los casos; o, en la otra punta, los niños que intuitivamente entienden tecnologías táctiles, cognitivas, etc., sin que se les deba de explicar, porque poseen esa habilidad innata.

Así, la brecha actual ya no solo es generacional, sino que, además, es interpersonal, pues esa capacidad de asimilación marca la diferencia entre (por ejemplo), dos profesionales de la misma edad y formación académica, pues uno sabe incorporar tecnología a su labor y el otro no, o no tanto o tan rápido como su “rival”, marcando así la preponderancia de no sobre el otro.
Ello se trasladada también a lo personal, pues nunca la brecha generacional ha sido tan grande ni tan profunda. Antes… fíjese sino, su abuelo tenía mas cosas en común con su tatarabuelo que usted con su padre, y hoy, esa distancia se da entre propios hermanos!… fíjese, si tiene hijos, que las diferencias entre ellos son notorias!.
La brecha de intereses, habilidades tecnológicas y la diferencia de modos de entender el mundo y su entorno personal son abismales entre dos hermanos que son contemporáneos, y es más grande que la que existió entre usted y su padre, y estamos hablando de dos humanos que están viviendo en un mismo momento histórico.
Ello me demuestra que estamos, sin duda, en un momento único en la historia de la humanidad: El dique figurado del status quo que busca permanecer incólume y contiene la presión ejercida por la masa humana yendo hacia el cambio de esta nueva era, está a punto de colapsar porque ya no es capaz de seguir conteniendo el caudal que fluye irremediablemente.
Eso mismo esta sucediendo en la sociedad política que conformamos al vivir en Estados organizados bajo sistemas consensuados, pues ese consenso se ha roto y no podrá ser reparado, y porque quienes forman parte de la clase dirigente se han mostrado abiertamente incapaces de leer los nuevos tiempos, y menos aún de ser parte de éllos.
Y así están las cosas en el País, y por ello es que llego el momento en que “Chile Despertó”; y por lo que hemos incorporado esta serie de trabajos denominados que sábado a sábado pondremos a su alcance y denominamos “El Chile de La Nueva Atenas”, el cual esperamos sea de su agrado y, sobre todo, utilidad para estar preparado para los nuevos tiempos que se avecinan en Chile y el mundo.
